Todavía hay quien se
sorprende cuando se reivindica la existencia de una tradición
fantástica española. Pero ésta, que surge en el Romanticismo y
llega sin interrupción hasta nuestros días, está formada por
autores tan centrales en el canon literario como Espronceda,
Zorrilla, Alarcón, Bécquer, Galdós, Pardo Bazán, Pío Baroja,
Valle-Inclán, Unamuno, Max Aub, Alfonso Sastre, Juan Benet, Javier
Marías o José María Merino, entre otros.
Sin embargo, hasta
fechas muy recientes lo fantástico no ha recibido la atención
crítica que merece en la mayoría de estudios e historias
literarias, gobernados por una errónea concepción que ve (o veía)
en el realismo una característica esencial y definitoria de la
literatura española: así, en tales trabajos o bien se elude hablar
de los textos fantásticos, que quedan sepultados bajo la producción
realista, o bien, cuando se les presta una mínima atención, se les
reduce a expresiones marginales, espurias e incluso
subliterarias.
Algo que parece estar
corrigiéndose a partir de la progresiva normalización que el género
experimenta durante el periodo 1980- 2010. Es innegable que el
cultivo de lo fantástico goza en estos años de una importante
acogida, tanto por parte de los escritores como de los lectores,
los críticos, el sector editorial y, finalmente, el mundo
académico.
En este contexto,
varios factores apoyan la oportunidad de este monográfico: por un
lado, el importante número de autores que actualmente cultiva lo
fantástico en nuestro país, desde los grandes maestros todavía en
activo (Merino, Millás, Fernández Cubas, Marías) a una nómina cada
vez más amplia de escritores, nacidos entre 1960 y 1975, que, con
estilos e intereses diversos, ha optado por utilizar este género
como vía de expresión privilegiada (Olgoso, Iwasaki, Moyano, Palma,
Esteban, Zapata...); por otro, la aparición en fechas recientes de
dos antologías: La realidad oculta. Cuentos fantásticos españoles
del siglo XX (2008), elaborada por David Roas y Ana Casas, y, sobre
todo, Perturbaciones. Antología del relato fantástico español
actual (2009), de Juan Jacinto Muñoz Rengel, una excelente muestra
de la vitalidad del género en estos últimos años.
Los artículos que
aquí recogemos tienen como objetivo ofrecer al lector una visión
panorámica de la importante presencia de lo fantástico en la
cultura española actual, atendiendo a los distintos ámbitos en los
que el género se expresa hoy tanto en la literatura como en otras
formas artísticas. Desde esa perspectiva, los trabajos que componen
este monográfico de ÍNSULA abordan las diversas facetas del cultivo
de lo fantástico en la narrativa, el teatro, el cine y el cómic,
asumiendo un punto de vista histórico y crítico, a la vez que
proponen una reflexión teórica sobre los rasgos que constituyen la
poética de lo fantástico contemporáneo.
Los tres primeros
artículos, firmados, respectivamente, por David Roas, Juan Jacinto
Muñoz Rengel y Ana Casas, examinan las características, así como
las vías esenciales por las que se ha desarrollado la narrativa
fantástica española desde 1980, sobre todo en el cuento y el
microrrelato. A continuación, siguen dos reflexiones sobre la
literatura de ciencia ficción y sus evidentes relaciones con lo
fantástico, a cargo de Fernando Ángel Moreno, que propone un
completo panorama de las variantes de este género en narrativa, y
de Julio Checa, que estudia la presencia cada vez mayor de la
ciencia ficción en el teatro actual.
El cine y el cómic
españoles también están explorando las formas y temas de lo
fantástico con acierto y calidad. Dos artículos se centran en tales
cuestiones: por un lado, el que firman Fernando de Felipe e Iván
Gómez ofrece una lúcida reflexión sobre las peculiaridades
estéticas —pero también comerciales— del cine
fantástico español, que todavía no alcanza a despegar a diferencia
de lo que ocurre en otros países. Por su parte, Josep Rom plantea
una detallada revisión de la historia reciente del cómic
fantástico.
No queríamos cerrar
el número sin dar voz a los verdaderos protagonistas: los
escritores que, en la encuesta final, nos hablan de su particular
visión de lo fantástico, su experiencia en el cultivo del género en
narrativa y las influencias esenciales que aprecian en sus
obras.
No hay duda de que
estos son buenos tiempos para lo fantástico.
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