Cuando
desperté, los australes seguían allí
Austral
es el ejemplo del libro de bolsillo, definido por Escarpit como un
fenómeno global cuyos elementos no pueden disociarse: «un tipo
nuevo de aventura editorial cuya primera manifestación se remonta a
1935, fecha de aparición de la colección Penguin en Inglaterra ».
Efectivamente, esta colección fue uno de los modelos a seguir; su
precio equilibrado, formato conveniente y contenidos de interés,
fueron los ingredientes para abrir un mercado hasta entonces
impensable.
Decir
Austral es decir universo, globalización, paradigma editorial y
compendio de conocimientos. De Rafael Olarra tomamos las palabras
que Jorge Luis Borges dejó para la posteridad: «La vida de cada
cual está jalonada de música, de amistades, de amores, de ciudades,
de episodios gratos e ingratos, y, singularmente, de libros. Debo,
en mi caso, tantas revelaciones a tantos hombres que escribieron y
a tantos que imprimieron y divulgaron. No ensayaré una lista de lo
mucho que compromete mi gratitud a las miles de páginas que la
colección Austral trajo a mis manos; sé que en las listas lo único
que se advierte son las omisiones. He aquí, pues, un testimonio
breve de mi ya antiguo e incesante y, sin duda, futuro
agradecimiento».
Leo en
Ínsula («Colliure, 1959») las palabras de Luis García Montero ante
la tumba de Antonio Machado: «Los cementerios están acostumbrados a
ser el mar en el que desembocan las vidas particulares». Camino del
mar los ríos a veces se revuelven, y en el caos los hombres huyen,
escapan, se esconden en sus silencios y en sus miedos, olvidan. Las
aguas buscan los cauces naturales para recuperar el rumbo y sortean
los obstáculos, las dificultades. Así lo expresaba la máxima de la
intransigencia: per aspera ad astra. Sin embargo, se omitía la
consecuencia, porque las estrellas también brillan sobre los
cementerios, como brillan ahora sobre la tumba del poeta.
La
dificultad fue la que obligó a inventar esta colección cuyo nombre
se mantiene vivo, un proyecto surgido de la competencia desleal y
de los problemas económicos de la editorial Espasa-Calpe durante la
Guerra Civil. Pero además de la coyuntura puntual, aprovechada con
gran visión por su creador, Austral nació cuando las llamas
quemaron la cultura en los altares y en las trincheras.
En
septiembre de 1937, al tiempo que Espasa-Calpe publicaba en Madrid
La Guerra de Machado («Pienso en España, vendida toda, de río a
río, de monte a monte, de mar a mar»), Gonzalo Losada presentó en
Buenos Aires la colección con más fuerza de la historia del libro
español. Las causas del origen de Austral fueron dos: abrir una vía
de negocio que paliara la falta de ingresos y combatir la piratería
que soportaba el sector del libro en América. Losada, con un
excelente equipo de colaboradores, liderado por Guillermo de Torre,
puso a disposición del gran público títulos de todas las materias y
géneros: literatura, ciencia, historia, arte, viajes, política y
pensamiento. Su acierto estuvo en la combinación de varios
factores, pero fundamentalmente tres: diseño atractivo, formato
reducido y precio asequible.
Casi
quince lustros después de su creación, con algunas variaciones en
el diseño pero sin perder la identidad, los dos millares de títulos
de Austral, escritos por más de mil autores, se hallan repartidos
por las librerías y bibliotecas de todo el mundo. La colección
abrió la época de oro de la industria editorial argentina y
reactivó su economía, en una etapa en la que el éxodo de los
editores e intelectuales españoles impulsó el negocio del libro en
todos los países americanos, especialmente en México y
Argentina.
Más allá
del aspecto empresarial, su importancia fue, y es, facilitar el
acceso al conocimiento y a la lectura a todas las clases sociales,
de ahí que escritores, profesionales y lectores refrenden las
palabras de Miguel Delibes: «Tradición, prestigio de los autores,
diversidad de géneros y noble presentación». Las características
que el gran escritor castellano atribuye a la colección coinciden
con las esenciales de los libros de bolsillo y con los propósitos
de su creador.
Sobre el
catálogo, el dedo índice sigue la estela de la negrita y se detiene
a golpe de sobresaltos en los autores consagrados, en los títulos
releídos y en aquellos que siempre quisimos leer. Por sus
contenidos, por la sobriedad del diseño, por esa apariencia humilde
que atrae la mirada de quien observa las estanterías, la colección
es parte y todo.
Me
permito ahora un apunte personal. En los viejos talleres que la
editorial Espasa-Calpe tuvo en la calle de Ríos Rosas abrí por
primera vez un libro de sobrecubierta azul donde se contaba la
historia de un ruiseñor y una rosa. Quedé tan maravillado por aquel
cuento, que me entregué a la lectura de todos los libros azules que
cayeron en mis manos. Después descubrí los rojos y me sucedió lo
mismo, también los negros, los violetas, los amarillos, grises,
naranjas y verdes... hasta que cierto día me di cuenta de que me
habían atrapado los colores.
Así es
Austral: un caleidoscopio de sueños y tentaciones.
J. M. S.
V.—UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
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