Si la
diversidad es prueba de riqueza, el repaso a los trabajos sobre el
Siglo de Oro que ofrecen estas páginas muestra su vitalidad, pues
reúne aportaciones provenientes de muy distintos lugares.
Diferentes culturas y puntos de vista, diferentes modos de entender
el estudio de los textos se interesan hoy por esta etapa de nuestra
cultura, lo que, en sí mismo, es ya un motivo de satisfacción.
La
diversidad implica diferencia. No estamos, pues, ante un panorama
monolítico, sino ante situaciones varias en el interés prestado a
géneros y autores, en los enfoques de estudio, e incluso en la
intensidad de éstos. En este último aspecto, países que mantienen
con fuerza su tradición de estudios áureos conviven con otros donde
acaso se esté pasando por un proceso de transición generacional,
con las incertidumbres que ello conlleva. No es la primera vez
-ni será la última- que podamos sentir un
cierto ocaso de la Edad Dorada de los estudios áureos, y
encontrarnos con panoramas no optimistas sobre el estado actual de
estas investigaciones y la paulatina flacidez de nuestro campo de
trabajo. Son altos y bajos lógicos en el devenir de las
manifestaciones culturales, y también académicas. Pero el panorama
de conjunto permite añadir un importante dato positivo: el auge del
hispanismo en lugares donde no existía hace no demasiados años.
Nuestra percepción, pues, es mucho más positiva, sobre todo si
tenemos en cuenta que hemos querido ofrecer una visión casi mundial
de la situación. Desde esta perspectiva, el nivel no sólo se
mantiene, sino que incluso está en franco apogeo a juzgar por el
número de actividades que el Siglo de Oro despierta en todo el
mundo. Tal vez haya que asumir, por parte de los más pesimistas,
que el estudio de la cultura áurea ya no tiene que ocupar un lugar
preeminente en el interés primario de los más jóvenes, pero parece
indudable que no es difícil ver la botella medio llena cuando otros
se empeñan en vaciarla.
Es
verdad que los cambios en el enfoque e interés por los estudios de
humanidades hacen difícil sustraerse al pesimismo sobre su futuro.
Sin embargo, el conjunto de las presentes aportaciones nos ofrece
un panorama esperanzador en tiempos donde tal vez no cabría
esperarlo. El estudio de las letras ha sobrevivido ya a crisis y
procesos de cambio. Con las lógicas modificaciones que supone
adaptarse a una sociedad cada vez más dinámica, confiamos en que su
presencia y vitalidad en tan distintos ámbitos sabrá mantener el
rigor de los enfoques clásicos y enriquecerlo con una aquilatada
incorporación de nuevos puntos de vista.
Este
número de ÍNSULA tiene un objetivo muy definido: fotografíar, en un
corto espacio de tiempo y papel, una instantánea del estado de los
estudios del Siglo de Oro en el mundo. Un deseo ambicioso que
esperamos -el lector juzgará- no haya
sido del todo incumplido.
Hemos
optado por presentar, de manera pragmática, un panorama por grandes
géneros las actividades que se realizan en España. Como es natural,
el volumen de trabajos y la riqueza de las investigaciones
generadas en la península así lo obligaban. Una visión más detenida
hubiese producido un panorama más rico en información, pero menos
operativo y no publicable en una revista como ÍNSULA. Se optó, para
el resto de participaciones, por un acercamiento geográfico a
sabiendas de que el panorama no puede ser totalizador ni
exhaustivo. Habrán quedado individualidades, incluso notables, sin
citar; sin embargo, los hispanismos más importantes, en forma
general, están representados. Dicho criterio geográfico y
globalizador propone, por otro lado, un valor añadido a este número
de ÍNSULA: una percepción sincrónica de la gran variedad de
enfoques con los que los hispanismos y los estudiosos del Siglo de
Oro se acercan a los textos. Más allá de la riqueza de la
información presentada, el conjunto general informa de una
situación que trasciende el valor documental de la suma de datos.
Esta visión ilustra no sólo un panorama de los estudios sobre los
siglos XVI y XVII, sino que regala una imagen de las herramientas y
la teoría literaria actual, los sistemas hermenéuticos y los
acercamientos epistemológicos a un determinado objeto de estudio.
En términos menos llanos, el valor sintagmático de la visión actual
se enriquece con la ampliación paradigmática del conjunto en cuanto
a representación de la totalidad de un área de conocimiento. Ésa
es, por otra parte, la razón que nos ha obligado gustosamente a
incluir dos trabajos que ayudan a enriquecer dicho eje
paradigmático. Nos referimos a aquellos que repasan las nuevas
herramientas hermenéuticas y la expansión digital y virtual del
Siglo de Oro.
Todos
los participantes en este número atesoran la información necesaria
y se pueden permitir una visión madura, rica y ponderada de la
situación que retratan. Son ellos, sin duda, los mejores
responsables y los merecedores del agradecimiento que se les debe
por la utilidad de su labor. Este tipo de recensiones y
valoraciones, aun queriendo ser descriptivas, exigen un gran
conocimiento de la situación que se aborda, un profundo interés por
el área de trabajo y una constante renovación bibliográfica. Pocas
tareas son más desagradecidas, porque los olvidos, las valoraciones
que no siempre ni a todos parecen ajustadas, las ausencias
involuntarias, los añadidos de última hora, acaban por disgustar a
quien ha puesto el máximo interés en la búsqueda de datos, la
ordenación de materiales y la explicación razonada de las
diferentes líneas de trabajo e investigación. Nosotros como
editores estamos en deuda con todos ellos y queremos dejar
constancia de su colaboración generosa, puntual y entusiasta. Y
queremos agradecer finalmente la acogida que este número tuvo desde
el primer momento en la persona de Arantxa Gómez Sancho, quien supo
entender nuestro planteamiento y la oportunidad que Compostella
Aurea, el VIII Congreso de la Asociación Internacional Siglo de Oro
celebrado en Santiago de Compostela brindaba.
A.A.G. y
S.F.M.-COORDINADORES
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