La bibliografía sobre la obra de Valle-Inclán,
y especialmente sobre su teatro, es enorme. En las últimas
décadas ha sido uno de los cuatro o cinco escritores españoles
más estudiados y en el hispanismo internacional los libros
y los artículos se completan con números especiales de revistas
y Actas de los Congresos que regularmente se celebran. Acudir
a esa Bibliografía es fácil para cualquier estudioso o interesado
en la producción de don Ramón y la Cátedra Valle-Inclán es
uno de los magníficos testimonios de todo lo que se ha venido
realizando en las últimas décadas.
Pero si Valle ha sido y es bien atendido literariamente,
no lo ha sido tanto a la hora de prestar atención a sus puestas
en escena. Este número monográfico quiere llenar, en una pequeña
parte, esa limitación con una serie de trabajos que se detienen
en algunos de los numerosísimos montajes que se han llevado
a cabo en los últimos cincuenta años.
Margarita Santos Zas analiza en su artículo el estreno de
Luces de bohemia, que tuvo lugar en París el 21 de
marzo de 1963 por la Compañía Barrault-Renaud. La profesora
Santos ofrece las circunstancias del estreno, de la traducción
y de la edición de la obra, la recepción por parte de la crítica
y también, sirviéndose de la documentación que se guarda en
el Ministerio de Asuntos Exteriores español, el preocupado
seguimiento que de este montaje llevaron a cabo las autoridades
españolas. Como ocurrirá con otros trabajos posteriores, las
implicaciones políticas, con el texto de Valle como centro,
son muy explícitas.
Un carácter de valioso testimonio personal tienen los trabajos
de Juan Antonio Hormigón y Eduardo Alonso. El primero, quizás
la persona que más acentuadamente y desde muy pronto se ha
dedicado a Valle, tanto desde la escena como desde el estudio
de su teatro y la recuperación de materiales en torno a don
Ramón, expone los acontecimientos y consecuencias —sobre todo
de carácter político— que rodearon su montaje, en 1964 con
el TEU de Zaragoza, de Las galas del difunto y La
hija del capitán. Eduardo Alonso, por su parte, se detiene
en el espectáculo Valle-Inclán 98, que se llevó a cabo
ese año por el Centro Dramático Galego (CDG) y especialmente
en su montaje de El embrujado. Los otros textos llevados
a escena fueron Ligazón, en versión de José Martins,
y La cabeza del Bautista, bajo la dirección de Helena
Pimenta.
César Oliva, catedrático y director de escena, escribe sobre
la puesta en escena de Divinas palabras, que José Tamayo
montara en 1961 en el Teatro Bellas Artes de Madrid, como
también en la reposición que este director realizó en el mismo
local en 1986 y en la tercera versión que Tamayo ofreciera
en 1998 y otra vez en el Bellas Artes. El profesor Oliva recuerda
también los montajes de Tamayo sobre Luces de bohemia en
1970 y a finales de los noventa, de Tirano Banderas en
1974 y de Los cuernos de don Friolera en 1976. Las
opiniones del profesor Oliva son, en general, poco favorables
para estos montajes, no sin subrayar aspectos concretos y,
por lo que se refiere a la primera versión de Divinas palabras,
el camino que se abrió aquel año para la recuperación de Valle
en los escenarios.
Uno de los montajes de Valle que ha tenido más trascendencia
en la historia de la puesta en escena de sus obras fue el
que llevó a cabo José Luis Alonso Mañes en 1967. Este admirable
director acertó plenamente con las tres obras que eligió:
La cabeza del Bautista, La enamorada del rey [sic] y
La rosa de papel. A este montaje dedica cumplida atención
Eduardo Pérez Rasilla.
Si hubiera que elegir entre los acontecimientos más importantes
que han sucedido en el mundo de la escena de los últimos tiempos,
uno de ellos sería la labor de formación y puesta en escena
que ha llevado a cabo el Teatro de la Abadía, dirigido por
José Luis Gómez. La actividad escénica de esta institución
se abrió, precisamente, con un montaje de Valle —Retablo
de la lujuria, la avaricia y la muerte [sic]— dirigido
por Gómez y en él se detiene Emilio Peral Vega analizando
los diferentes componentes del espectáculo, desde el texto
hasta la escenografía, desde la interpretación a la luminotecnia...
Se cierra cronológicamente este número de Ínsula con
un extenso artículo de Jesús Rubio Jiménez en torno a los
montajes que sobre obras de Valle ha hecho Ángel Facio y,
sobre todo, a su Romance de lobos, presentado en el
Teatro Español de Madrid en 2005. Las reflexiones del profesor
Rubio son, estimamos, buen compendio de las muchas que hay
en el resto de los artículos de este número y que testimonian
tanto el valor de los textos de don Ramón como las dificultades
para ofrecerlos en escena.
En esas dificultades, en la recepción del montaje y en las
circunstancias políticas que enmarcaron el montaje de Luces
de bohemia por el Centro Dramático Nacional (1984) y teniendo
como responsable del mismo a Lluís Pasqual, se centra también
mi contribución a este número.
En fin, hemos querido completar esta presencia de Valle en
los escenarios con un artículo que ofrece lo que ha sido la
relación de Valle y su obra con el cine español y latinoamericano.
El profesor Cánovas, entre otras cosas, se detiene en los
largometrajes, pero también dándonos los materiales básicos
de las adaptaciones para televisión y los programas dedicados
a Valle en la pequeña pantalla.
L. G. L.— C.S.I.C., MADRID
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