Cervantismos en diálogo
Tal y como ocurrió en el año 2000 con Calderón de la Barca,
el 2005 será recordado como un año cervantino, en el que la
primera parte de Don Quijote (1605), homenajeada
de honor y anfitriona del festejo, convocará, al menos, una
certeza y una incertidumbre: segura parece que será la existencia
de congresos, exposiciones, ediciones conmemorativas o adaptaciones
teatrales (y creo que por mucho que sean los medios y el dinero
invertido en este Quijote del nuevo milenio, nunca
será suficiente); incierto será, sin embargo, el hecho de
que esta novela-patrimonio, que con toda seguridad volverá
a repoblar estanterías en todos los rincones del planeta,
se lea. Dejando a un lado coyunturas de tipo socio-estéticas
(la reducción Cervantes/Quijote, acompañada en ocasiones
también de una chocante identificación entre uno y otro, por
ejemplo), sociológicas (los cada vez más precarios hábitos
de lectura allí donde se indague) y políticas (el hecho de
que Don Quijote será más medio que fin en muchos
de estos homenajes), quiero pensar en que existen razones
para el optimismo y que no todo quedará reducido a pura ceremonia
o al fetiche de la compra de un nuevo Cervantes. Si el año
no logra proveer frutos visibles, al menos que sirva como
catalizador de iniciativas futuras.
La más importante de todas ellas, evidentemente, sigue siendo
la de la lectura. Desde el lado americano, hablar de «aquí
y ahora» (2000-2005) (1) es hablar de la incorporación de
nuevos lectores que accedan a Cervantes en español o en cualquiera
de sus lenguas de uso y que hagan de estos textos sus
textos, para poder así dialogar en el tiempo y en el espacio
con otros interlocutores. La tarea de los «cervantismos americanos»
es, por tanto, la de rescatar y diseminar un Cervantes que,
más allá de —pero no sin— su universal Don Quijote,
sea relevante en este nuevo cambio de siglo. Atrás queda,
evidentemente, una riquísima tradición crítica que, desde
el seminal estudio El pensamiento de Cervantes (1925)
de Américo Castro (cervantista, a fin de cuentas, tan español
como americano), enriqueció el siglo XX con las semillas de
lo que hoy es un espacio crítico plural y saludable. Pero
esta buena salud, al menos desde el ámbito universitario,
no se sostiene a través de un criterio de abundancia, ya que
el haber mucho de todo (y pienso, sobre todo, en congresos
y publicaciones) acusa más un desarreglo que una armonía;
mejor sería, en muchos casos, menos y mejor. Por ello se puede
observar, con no poca desazón, cómo de la desorbitada bibliografía
existente sobre Cervantes (mal mayor, en mi opinión) es en
gran manera responsable el hispanismo norteamericano.
No obstante, si algo ha acreditado al cervantismo último
en Estados Unidos (2), es un muy positivo auto-cuestionamiento
a modo de periódica puesta a punto, una suerte de meta-crítica
que, por desgracia, no se ha dado tanto en España. La antología
editada por Anne J. Cruz y Carroll B. Johnson, Cervantes
and His Postmodern Constituencies (1999), actúa, así,
como paradigma de un cervantismo en diálogo consigo mismo,
al tiempo que opera de bisagra entre lo que fue la década
de los noventa y los frutos de estos primeros compases del
nuevo siglo. El volumen recoge una serie de estudios leídos
en un congreso internacional (Colloquies in Conflict:
Cervantes and His Postmodern Constituencies) celebrado
en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) tres
años antes, y al que asistieron investigadores de diversos
países, dando cuenta de dos asuntos de capital importancia
a la hora de emitir un posible diagnóstico del campo: la posibilidad
de continuación de estudios cervantinos a la luz de teorías
críticas posestructuralistas, y el papel de las diferentes
instituciones (con las consabidas diferencias según el país
de origen) en el tipo de intervención crítica (3). Fiel a
su talante posmoderno, el volumen no buscaba hallar un consenso,
una verdad absoluta o un camino a seguir de forma dogmática,
sino que más bien daba a conocer cuáles habían sido los debates
últimos en torno al papel de Cervantes en la investigación
reciente, su situación dentro del hispanismo y de la crítica
en España, su relevancia para las comunidades hispanohablantes
en Estados Unidos, su disponibilidad como praxis política,
o sus afiliaciones con herramientas críticas como el feminismo
y el psicoanálisis. Encrucijada de propuestas y diálogos,
el libro dejaba ver, acaso entre líneas, que esta buena salud
debía mantenerse desde un riguroso cuestionamiento de todos
los elementos que, hoy por hoy, conforman estos «cervantismos
americanos»: revistas, colecciones, asociaciones, congresos,
bases digitales, editoriales, traducciones, escenificaciones
y, por supuesto, programas docentes desde los que compartir
a Cervantes en las aulas. La lectura del volumen también justificaba
una necesaria convivencia de lenguajes ampliamente divulgados
—feminismo, psicoanálisis, estudios de género (especialmente
queer theory), algunos de ellos en estado embrionario
en cuanto a lo que se refiere a los estudios áureos— junto
a otros nuevos enfoques más en consonancia con lo que parece
ser la orientación general de la crítica literaria: neo-materialismo
cultural, teorías del canon, enfoques trasatlánticos, nuevos
formalismos e, incluso, un abierto contenido autobiográfico
en muchas ocasiones (es decir, una suerte de Cervantes
y yo, para solaz o tedio del lector). Es probable que
hayan existido otras avenidas de diálogo y que, sin duda alguna,
las vaya a haber en los años próximos, pero lo cierto es que
este momento de reflexión resultó ser, para quien escribe
estas líneas, un apunte de gran utilidad; las preguntas que
se formularon en algunos de sus ensayos siguen siendo hoy,
casi una década después de haber sido concebidas, de gran
actualidad, y los asuntos propuestos por algunos de sus interlocutores
(pienso, por ejemplo, en el ensayo del hispanista inglés Anthony
J. Close) resuenan con fuerza más allá del microcosmos cervantista.
Dicho volumen ofreció además un vario catálogo de trabajos
por parte de investigadores de diferentes generaciones, cuyas
aportaciones críticas han continuado en el tiempo. La bibliografía
de estos últimos años, por consiguiente, ha deparado estudios
a cargo de hispanistas norteamericanos trabajando en Estados
Unidos, europeos y latinoamericanos formados allí que dan
a conocer su investigación en prensas americanas o mexicanas,
o de norteamericanos que publican en España. Estos últimos
cinco años han atestiguado, por otra parte, la publicación
de análisis de naturaleza varia, dando cuenta de una diversidad
que cuestiona de forma rotunda la noción tristemente extendida
de que la crítica norteamericana se mueve por obsesiones puntuales
y efímeras; la selección de libros que a continuación presento
da cuenta, por ello, de tendencias que van desde la filología
y exhumación documental hasta la más actualizada de las reflexiones
posmodernas a cargo de cervantistas cuyos enfoques metodológicos,
en ocasiones situados en polos opuestos, dan lugar a la articulación
de un terreno poliédrico muy diferente del, por dar un caso,
uniforme paradigma español.
Nuevos enfoques
El fenómeno de la acumulación y transacciones monetarias,
y la emergencia o no de un proto-capitalismo imperial visto
bajo el prisma cervantino han ocupado las páginas de varios
estudios, tales como los de Carroll B. Johnson, Cervantes
and the Material World (Urbana, IL, University of Illinois
Press, 2000), en donde, desde la lente crítica del materialismo
cultural, se estudian las relaciones entre la infraestructura
económica y la construcción de la ficción narrativa en una
selección de textos cervantinos; el tour de force
de David Quint en Cervantes’s Novel of Modern Times: a
New Reading of Don Quixote (Princeton, NJ, Princeton
University Press, 2003), el cual aboga por una deliberada
coherencia textual en Don Quijote a partir de una
serie de claustros narrativos y de una modernidad reflejada
en el interés por el dinero que emerge en la segunda parte
(1615); o, desde una perspectiva que agrupa también otras
cuestiones de interés, el del profesor de la Universidad de
Wisconsin Steven D. Hutchinson, quien ha analizado en Economía
ética en Cervantes (Alcalá de Henares, Centro de Estudios
Cervantinos, 2001) las relaciones entre personajes cervantinos
en Don Quijote, el Persiles y las Novelas
Ejemplares a través de la noción —muy precisa en el título—
de «economía ética».
En otros casos, el análisis se ha centrado en las innovaciones
formales y temáticas. El lenguaje cervantino ha ocupado las
páginas de Diana de Armas Wilson, en el inventario de americanismos
y los diferentes «orígenes de la novela» en el contexto europeo
que conforman la investigación de su Cervantes, the Novel,
and the New World (Oxford, Nueva York, Oxford University
Press, 2000), así como de la originalísima indagación textual
de Julio Baena en Discordancias Cervantinas (Newark,
DE, Juan de la Cuesta, 2003), que analiza y comenta los numerosos
errores —algunos nunca examinados antes— que condimentan la
producción del manco de Lepanto desde sus implicaciones éticas
y estéticas; Charles D. Presberg es autor de Adventures
in Paradox: Don Quixote and the Western Tradition (University
Park, PA, Pennsylvania State University Press, 2001) y de
una serie de estudios sobre el cultivo de la paradoja en España
y los diferentes tipos de innovación narrativa llevados a
cabo por Cervantes; María Stoopen, por su parte, vuelve sobre
asuntos narratológicos en Autores, el texto, los lectores
en «El Quijote» de 1605 (México, Facultad de Filosofía
y Letras, UNAM, 2002), revisando los conceptos de autor, texto
a través de un detallado análisis; el siempre discutido asunto
del género literario ha tenido como fruto reciente, por ejemplo,
el estudio sobre la hibridez genérica en el Persiles
que lleva a cabo María Alberta Sacchetti en Cervantes’ «Los
trabajos de Persiles y Sigismunda»: a Study of Genre
(Rochester, NY, Tamesis, 2001), el cual da aliento a una reciente
inercia crítica en donde este testimonio epigonal se ha reevaluado
en sugestivos análisis; destaca, igualmente, el libro de Carolyn
A. Nadeau titulado Women of the Prologue: Imitation, Myth,
and Magic in Don Quixote I (Lewisburg, Bucknell University
Press; London, Associated University Presses, 2002), en el
cual se argumenta cómo Cervantes crea su propia teoría de
la imitación literaria en el «Prólogo» de Don Quijote
(I) y en algunos de sus personajes femeninos. Ganador
del James Russell Lowell Prize otorgado por la Asociación
de Lenguas Modernas (MLA) en 2003, el libro Cervantes
in Algiers: a Captive’s Tale (Nashville, TN, Vanderbilt
University Press, 2002; versión española en Gredos, 2005),
de María Antonia Garcés, analiza el período de cautividad
en Argel vivido por el autor alcalaíno desde diferentes perspectivas
(biografía, política, psicoanálisis). Y, desde un ángulo crítico
radicalmente distinto, tres apuntes son de obligada mención
por su excelente labor editora: por un lado, fundamental resulta
el trabajo de Krzysztof Sliwa en los más de mil seiscientos
documentos ordenados cronológicamente que conforman Documentos
cervantinos: nueva recopilación, lista e índices (Nueva
York, Peter Lang, 2000), junto al estudio El licenciado
Juan de Cervantes: efemérides del licenciado Juan de Cervantes;
documentos y datos para una biografía del abuelo paterno del
autor del Quijote (Kassel, Reichenberger, 2001), en cuanto
a lo inédito de algunos de ellos (en esta última editorial,
y del mismo autor, saldrá la Vida de Miguel de Cervantes
en el 2005); por otro, importante me parece también la edición
del «Entremés de los romances» a cargo de Geoffrey Stagg y
Daniel Eisenberg, aparecida en la revista Cervantes,
núm. 22. 2 (2002), pp. 129-174. Siguiendo este recuento bibliográfico,
es de celebrar también la traducción de algunos textos fundamentales
de y sobre Cervantes, pero de lamentar que sólo sean al inglés
y que apenas vayan más allá del Quijote (el canadiense
francófono, por ejemplo, tiene poco donde elegir). Evelyn
Rugg y Diego Martín se encargan de la traducción del gran
aporte cervantista de José Ortega y Gasset, ahora editado
como Meditations on Quixote (Urbana, IL, University
of Illinois Press, 2000). Reestrenos de gala de la obra maestra
cervantina en la que han colaborado cervantistas americanos
son The Ingenious Hidalgo Don Quixote de la Mancha,
traducido por John Rutherford, con «Introducción» de Roberto
González Echevarría (Nueva York: Penguin, 2001); en la casa
Signet, en traducción de Walter Starkie y con «Introducción»
de Edward H. Friedman (2001); y, quizá la que ha gozado de
más éxito, Don Quixote, traducido por Edith Grossman
(Nueva York, Ecco, 2003), de la cual ha escrito otro cervantista
americano de lujo, el novelista Carlos Fuentes, que se trata
de un «major literary achievement» (4). Se ha reeditado, además,
la famosa traducción de Tobias Smollett (1755), The History
and Adventures of the Renowned Don Quixote, en tres ocasiones:
por la University of Georgia Press (2003), con «Introducción»
de Martin C. Battestin y O. M. Brack, Jr.; en la colección
de «Barnes & Noble Classics» (2004), con «Introducción» y
notas de Carole Slade; y por la editorial Random House (2004),
con «Introducción» de Carlos Fuentes y notas de Stephanie
Kirk. Y muy útil resulta, especialmente para el docente, el
volumen con aparato crítico en inglés El ingenioso hidalgo
don Quijote de la Mancha preparado por Tom Lathrop (Newark,
DE, Juan de la Cuesta, 2000; 1.ª edición de 1999), al que
se añade la versión Don Quijote de la Mancha de la
editorial Longseller (2004). Sin embargo, faltan todavía ediciones
y traducciones actualizadas de las Novelas ejemplares,
el Persiles e, incluso, de su teatro; las primeras
tan sólo se editan en selecciones de tres o cuatro para un
mayor acceso de venta (5), mientras que su teatro sigue sin
poder competir con la popularidad de otras piezas como Fuenteovejuna
o La fianza satisfecha, de las que sí existen versiones
recientes en traducción.
Parte del cervantismo último ha aparecido en tesis doctorales,
ensayos y artículos-reseña, cuyo listado —incluso de los más
significativos— resultaría una tarea imposible en estas páginas.
Sin embargo, una buena manera de tomarle el pulso a la disciplina
es el cotejo de alguno de los volúmenes conjuntos más recientes,
tales como el editado por Francisco La Rubia Prado, Cervantes
for the 21st Century / Cervantes para el siglo XXI: Studies
in Honor of Edward Dudley (Newark, DE, Juan de la Cuesta,
2000); o el más abiertamente pedagógico de Anthony J. Cascardi,
The Cambridge Companion to Cervantes (Cambridge,
Nueva York, Cambridge University Press, 2002), muy bien actualizado
y de fácil manejo incluso para un lector primerizo. Desde
un ángulo crítico diferente, han escrito sobre Cervantes,
entre otros, Robert Ter Horst en The Fortunes of the Novel:
a Study in the Transposition of a Genre (Nueva York,
Peter Lang, 2003); del profesor Alberto Porqueras Mayo (University
of Illinois Urbana-Champaign) es la interesante miscelánea
Estudios sobre Cervantes y la Edad de Oro (Alcalá
de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 2003), que agrupa
una serie de ensayos aparecidos a lo largo de los años. Marcia
L. Welles escribe sobre la novela ejemplar La fuerza de
la sangre en Persephone’s Girdle: Narratives of Rape in Seventeenth-Century
Spanish Literature (Nashville, TN, Vanderbilt University
Press, 2000); Barbara Simerka hace lo propio con La Numancia
en Discourses of Empire: Counter-Epic Literature in Early
Modern Spain (University Park, PA, Pennsylvania State
University Press, 2003); Hilaire Kallendorf, en su fascinante
Exorcism and Its Texts: Subjectivity in Early Modern Literature
of England and Spain (Toronto, University of Toronto
Press, 2003), y Montserrat Ginés, que en The Southern
Inheritors of Don Quixote (Baton Rouge, Louisiana State
University Press, 2000) analiza el impacto de Cervantes en
autores como Twain, Cabell, Faulkner, Welty y Percy. Debe
añadirse a este recuento el superventas Harold Bloom, quien
en su Genius: a Mosaic of One Hundred Exemplary Creative
Minds (Nueva York, Warner Books, 2002) vuelve de nuevo
a rendir homenaje al autor de Don Quijote (se anuncia
también la publicación de un monográfico en la serie «Bloom’s
Modern Critical Views»).
No deben olvidarse, por último, algunos proyectos misceláneos
que resultan de gran utilidad tanto para el lector especializado
como para el docente (en muchos casos también lector especializado);
tales son, por ejemplo, la primera enciclopedia cervantina
en inglés, The Cervantes Encyclopedia (Westport,
CT, Greenwood Press, 2004, 2 vols.), a cargo de Howard Mancing;
o el Don Quijote Dictionary compilado por Tom Lathrop
(Newark, DE, Juan de la Cuesta. European Masterpieces, 2001;
1.ª edición de 1999). Trabajos de interés contienen también
las actas a cargo de Kerry Wilks y Francisco Caudet, Estas
primicias del ingenio. Jóvenes Cervantistas en Chicago. Symposium
(2002) (Madrid, Castalia, 2003), que dan cuenta de una
nueva generación de jóvenes investigadores, entre los que
destacan Rogelio Miñana y su estudio La verosimilitud
en el Siglo de Oro: Cervantes y la novela corta (Newark,
DE, Juan de la Cuesta, 2002); Barbara Fuchs, autora de Passing
for Spain: Cervantes and the Fictions of Identity (Urbana,
IL, University of Illinois Press, 2003), o David R. Castillo,
quien en (A)wry Views: Anamorphosis, Cervantes, and the
Early Picaresque (West Lafayette, IN, Purdue University
Press, 2001) escribe sobre el tema del perspectivismo y la
estética de la anamorfosis en Cervantes y en textos como La
pícara Justina, el Guzmán de Alfarache o el
Lazarillo de Tormes.
Conclusiones
Pueden sacarse, por tanto, una serie de conclusiones provisionales
sobre lo que no deja de ser un período muy breve de años reseñados.
Si consideramos —aunque no sea el objetivo de este trabajo—
las aportaciones de hispanistas europeos en este último lustro
(Anthony J. Close, Giuseppe Grilli, Jean-Marc Pelorson, Heinz-Peter
Endress, Maria Caterina Ruta, Maria Rosaria Alfani, Hans-Jörg
Neuschäfer, Jean Canavaggio), el panorama de estudios cervantinos
resulta ser mucho más rico en el extranjero que en España,
en donde han predominado más las ediciones críticas que las
monografías. En cuanto al legado cervantino, el interés de
los últimos quince años por el Persiles —a la luz,
por ejemplo, de teorías poscoloniales, neohistoricistas o
de género— ha sido tan evidente como la falta de monografías
sobre La Galatea, cuyo testimonio más visible en
este último lustro ha venido del español José Manuel Trabado
Cabado (6). Han sido también escasos los avances en materia
biográfica que modifiquen lo ya escrito por Jean Canavaggio:
de la biografía de llegada desde Inglaterra de Donald P. McGrory,
No Ordinary Man: The Life and Times of Miguel de Cervantes
(Londres, Peter Owen, 2002), ha escrito Anthony J. Close que
«it adds nothing significantly new to what is already known»
(7); y apenas ha recibido atención crítica reciente un texto
como Viaje del Parnaso (si bien el profesor Julio
Vélez-Sáinz, de la Universidad de Massachussets en Amherst,
prepara un libro sobre el tema de los parnasos literarios)
(8). Uno echa de menos también, por ejemplo, estudios sobre
historia intelectual de la recepción de Cervantes en su posteridad,
sobre el papel que Don Quijote tuvo en la articulación
de proyectos nacionales, historias literarias o formaciones
sociales; lo que la crítica anglosajona acuñaría como the
making of Cervantes (en el contexto particular que sea),
estudio sin duda de enorme aliento intelectual y no menos
destreza crítica, queda aún por hacer. Creo que esta resulta
ser la parcela más importante de los estudios cervantinos
por cubrir, teniendo en cuenta, además, la penosa saturación
de análisis que repiten lo ya dicho sobre los textos de siempre.
Queda claro, en cualquier caso, que el autor de lengua hispana
con mayor capital económico para las editoriales y prensas
universitarias en Estados Unidos y Canadá es —incluso por
encima de Neruda, Borges, Lorca y García Márquez— Cervantes.
Un recuento a vuelapluma depara una asombrosa realidad, en
cuanto al paradigma norteamericano se refiere: es mayor, hoy
en día, el número de publicaciones dedicadas a Cervantes que
el de todos los autores españoles juntos. El periódico El
País publicó un artículo el 8 de mayo de 2002 («La mejor
novela de la historia») en el que señalaba que «cien grandes
autores» —Rushdie, Kundera, Naipul, Gordimer…— coronaban Don
Quijote en una encuesta del Instituto Nobel. Y lo cierto
es que su enorme proyección se ha mantenido con gran dinamismo:
más allá del mundo editorial, no menos importante ha sido
la pervivencia del teatro cervantino en los diferentes festivales,
entre los que destaca en Estados Unidos el Siglo de Oro
Drama Festival celebrado cada año en el Chamizal National
Memorial (los espectadores de la edición de 2004 pudieron
disfrutar, por ejemplo, del montaje titulado «El vuelo de
Don Quijote», a cargo de la compañía Teatro Avante, de Miami).
Parte seminal de los cervantismos americanos son la ya consolidada
Cervantes Society of America (http://www.h-net.org/~cervantes/csapage.htm)
y la revista Cervantes, así como la editorial Juan
de la Cuesta (http://www.juandelacuesta.com),
gracias a la cual han visto luz muchos proyectos en un panorama
editorial nada benévolo con el tema hispánico. No obstante,
un nuevo formato de acceso parece haber revolucionado la recepción
del alcalaíno en la aldea global: si algo ha disfrutado de
una eclosión sin precedentes en los estudios cervantinos,
ha sido su difusión en la web, verdadero terreno
donde parecen librarse algunas de las batallas más interesantes,
y fuente de datos indispensable no sólo para el estudiante
norteamericano que encara sus primeros proyectos universitarios,
sino incluso para el crítico más avezado. El Cervantes digital
es, hoy por hoy, tan importante como el impreso (con muy buen
criterio, Anthony J. Cascardi incluye ya, en su Cambridge
Companion to Cervantes, un apéndice con fuentes electrónicas);
no en vano, la disponibilidad de formatos bella y atractivamente
diseñados, a los que en muchos casos se añaden los contenidos
bien ordenados y de fácil manejo, hacen merecedor a este nuevo
universo de un lugar de privilegio. Van surgiendo, además,
nuevos foros de debate que tienen lugar exclusivamente en
un espacio, el digital, donde ya existen revistas (e-journals)
consolidadas en el ámbito hispánico. Se puede afirmar, sin
causar rubor, que buscadores como Google —¡y quién
iba a pensar que este término acabaría siendo insertado en
un artículo de esta naturaleza!— hacen hoy por Cervantes más
que muchas bibliotecas, especialmente para el universitario
norteamericano; es por ello que, en este momento histórico
saturado de tecnología, un buen investigador debe saber navegar
por estas nuevas aguas con tanta destreza como lo haría en
la sala de raros de cualquier biblioteca. Es este, en consecuencia,
un territorio en permanente evolución. Si bien es cierto que
todo el que ama la literatura en español tiene algo de cervantista,
he querido seguir un criterio selectivo que ofrezca, además,
una cierta diversidad en cuanto a orígenes y enfoques; el
presente ejemplar, por tanto, reúne a un selecto grupo de
cervantistas con el fin de dar a conocer algunas de las líneas
de investigación más interesantes de los últimos años y de
seguir manteniendo este diálogo transatlántico que tanto nos
favorece a todos.
E. G. S.-T.—UNIVERSITY OF MICHIGAN
NOTAS
(1) Debido al gran número de trabajos publicados en las últimas
décadas, me atengo tan sólo a los últimos años como indicativos
de lo que es la crítica de este nuevo siglo. Un largo recuento
bibliográfico de alcance más ambicioso queda recogido por
Jorge H. Valdivieso y L. Teresa Valdivieso, «Acotaciones bibliográficas
a los estudios cervantinos realizados en los Estados Unidos
durante las dos últimas décadas del siglo XX». En Antonio
Bernat Vistarini (ed.), Volver a Cervantes. Actas del
IV Congreso Internacional de la Asociación de cervantistas.
Lepanto, 1-8 de Octubre, 2000, Palma de Mallorca, Universitat
de les Illes Balears, 2001, vol. I, pp. 237-293.
(2) Se da la triste coyuntura de que el cervantismo canadiense
apenas ha dado frutos de interés en los últimos años, siendo
Estados Unidos el país en donde mayor concentración de estudios
se han dado; favorece, claro está, un mayor número de prensas
universitarias y una abrumadora cantidad de departamentos
de lenguas desde los que van surgiendo nuevas generaciones
de cervantistas. Más discreto resulta también el cervantismo
centro y sudamericano por motivos igualmente complejos en
los que no entraré aquí.
(3) Cervantes and His Postmodern Constituencies,
Nueva York & Londres, Garland, 1999.
(4) Vid. Carlos Fuentes, «Tilt. The errant knight
of La Mancha rides again in a new English translation», The
New York Times Book Review, domingo, 2 de noviembre de
2003, p. 15.
(5) Vid., por ejemplo, Dialogue of the Dogs,
Nueva York, Hesperus Press, 2004.
(6) Vid. José Manuel Trabado Cabado, Poética
y pragmática del discurso lírico. El cancionero pastoril de
«La Galatea», Madrid, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 2000.
(7) Vid. en «Is Cervantes Still Joking? All Change
After Don Quixote Stepped into The World», Times Literary
Supplement, núm. 5.180 (12 de julio de 2002), pp. 3-4;
p. 4.
(8) Vid., no obstante, su artículo «El anti-Parnaso:
armas, letras y socarronería en el Viaje del Parnaso»,
en Estas Primicias del Ingenio: Jóvenes Cervantistas en
Chicago, ed. de Francisco Caudet y Kerry Wilks, Madrid,
Castalia, 2003, pp. 207-229.
|