Jon Kortazar y Xabier Etxaniz /Introducción (*)

En este número monográfico de ÍNSULA queremos mostrar el proceso de la literatura vasca durante los últimos años. Para ello hemos diseñado un monográfico en una doble dirección: la consideración del aporte de las obras literarias, y el análisis de algunas corrientes que hemos considerado significativas en la literatura vasca escrita en este nuevo siglo.

La monografía atiende tres ejes de comprensión del análisis de la historia de la literatura vasca que durante la época 1999-2012 ha conocido una considerable evolución, tanto a nivel de creación, como de consolidación del sistema literario y expansión fuera de sus fronteras lingüísticas a través de ediciones en otras lenguas, de los Premios Nacionales o de otros canales de creación y traducción.

El primer eje de redacción atiende al criterio cronológico. El equipo de autores que redacta los artículos ha formado un Grupo de Investigación, que durante nueve años ha escrito y publicado en lengua vasca una extensa y profunda Historia Contemporánea de la Literatura Vasca (Egungo euskal literaturaren historia, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, 8 tomos, 2004-2013), con la ayuda de entidades como la Universidad del País Vasco, el Gobierno Vasco, BBK o la Fundación Kutxa, ahora Fundación Kutxabank. Este número de ÍNSULA sirve para dar a conocer las conclusiones más importantes de ese laborioso trabajo y ofrecer una síntesis de su contenido. Así los artículos que analizan la situación y la evolución de la novela, poesía, relato, literatura infantil y juvenil, escritura dramática y traducción pertenecen a ese empeño por analizar los últimos años de la literatura vasca.

El segundo eje de comprensión pretende la consideración de obras y de temas que concretan dicha visión. Así, la magna novela Martutene, de Ramon Saizarbitoria, por su excepcional importancia merece una atención especial. Los cuatro artículos restantes retoman perspectivas metodológicas temáticas: uno explora la importancia de la memoria histórica, otro habla de los nuevos feminismos y el tercero incorpora la visión sobre identidad y postmodernidad en la literatura vasca. Por último, en tercer eje de redacción, un trabajo final ofrece una síntesis sobre el proceso desarrollado por la literatura en los años que ciñen este trabajo.

Pero nuestro trabajo en su conjunto no ha olvidado las características que Deleuze y Guattari (1975) atribuyeron a las «literaturas menores». Frente a ese término, resulta más operativo el concepto de «literatura pequeña», que describe de manera más exacta la situación de nuestra literatura.

Es cierto que la literatura vasca es una «literatura pequeña», adjetivo que no solo atañe a su tamaño, número de hablantes de la lengua (aproximadamente 800.000, prácticamente todos bilingües o trilingües), número de autores (unos 300), lectores potenciales, número de ejemplares editados y vendidos, sino que esa es una característica que puede condicionar el modo en que se realiza la literatura misma.

La consideración de las características que los críticos atribuyeron a esa clase de literatura ha sido un telón de fondo en el que se ha tejido una reflexión sobre la actual literatura vasca. En una «literatura pequeña» la dialéctica entre ideología y autonomía literaria describe uno de los ejes entre los que discurren los debates e intervenciones de los escritores. En esas literaturas los autores están en permanente tensión por la propia supervivencia (de la lengua, de la identidad, incluso supervivencia económica) y esa tensión adquiere diversas formas de manifestación: discusiones sobre compromiso o autonomía, sobre literatura comprometida con la idea nacional y literatura llamada personal, sobre literatura nacional, que aquí llamamos identitaria, y literatura que quiere ser cosmopolita. A veces a la primera opción se le ha llamado realismo cuando lo que se quería decir era la creación de una literatura que defendiera los postulados nacionalistas frente a posturas más autónomas. Llámese como se llame, y teniendo en cuenta que cada denominación ofrece matices nuevos a la tensión, esa cuerda tensada entre ideología y autonomía no deja de aparecer en la descripción de la época que hemos estudiado. La afirmación de Kirmen Uribe en el sentido de que la literatura vasca debe ser ya también una literatura que no solo imite lo que venga de fuera, sino que debe ser fuente de imitación para otras literaturas adquiere rango de manifiesto en la discusión que se mantiene sobre los dos polos.

Las «literaturas pequeñas» mantienen otros focos de tensión que hemos analizado en estas páginas. Según Deleuze y Guattari (1975), en una literatura menor serían observables características como la desterritorialidad lingüística, la totalización política y la apropiación colectiva del discurso. La primera de ellas resulta extraña a una «literatura pequeña» como la nuestra, puesto que define que el autor escribe en una lengua fuera de los límites del territorio nacional, como sería el caso de Kafka que crea en Praga, en una minoría de habla alemana —y además perteneciente a la minoría judía (Skrabec, 2007)—. Sin embargo, las dos siguientes son ampliamente perceptibles en las literaturas emergentes. Deleuze y Guattari sostienen que «el campo político contamina todo enunciado» (1975: 31), de manera que la «literatura pequeña» se define como un sistema de disidencia frente a otra literatura, frente a la que deben construir y reafirmar su identidad. La construcción de la literatura vasca se recrea en una forma de autoafirmación identitaria, que recibirá diversas denominaciones, desde literatura comprometida o de resistencia hasta nacional, o independentista o soberanista, de manera que la situación social puede interpretarse como una fuerza que dirige al escritor hacia el tratamiento de temas que se relacionen directamente con la ideología, a veces muy violenta. Lo cierto es que esta actitud identitaria o de resistencia no se define en sí misma, sino en tensión con la literatura que busca la autonomía. Pero resulta evidente que esa fuerza muestra una tensión y no es uniformemente aceptada por todos. Lo paradójico del sistema literario vasco es que esa fuerza puede ser hegemónica, o ­general, y a la vez aparecer como víctima, como la corriente literaria menos aceptada o valorada por la crítica, por la academia o por las fuerzas que internacionalizan esa literatura. Las tensiones entre literatura que sigue los parámetros del mundo contemporáneo, y literatura identitaria son así dobles, puesto que lo que en el terreno global se muestra como «estética atrasada» o «estética antigua» —la presencia de las vanguardias históricas, por ejemplo, como forma de resistencia— dentro del sistema literario aparece como lo que «debe hacerse», porque reafirma las posiciones políticas que se quieren subrayar como resistencia frente al otro global. Así la literatura se define a la vez dentro del sistema literario y en relación con el sistema exterior en el que también quieren insertarse algunos autores.

Otro elemento de tensión importante en las «literaturas pequeñas» reside en la fuerza a la sobredimensión concedida a la lengua que se utiliza en el texto literario. Suele decirse que esta literatura prefiere una lengua «filologizada», muestra de una mayor atención al uso de la lengua que a realizar los objetivos literarios. Que la «literatura pequeña» prefiere la lengua a la literatura podría ser un enunciado exagerado, dicho así, pero, con sus matices, en el sistema literario vasco la utilización de la lengua es un valor literario en sí mismo y un reflejo de la dependencia que hoy en día esa literatura tiene del sistema ­educativo.

 

J. K. y X. E.—UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO-EHU

 

 

Bibliografía citada

 

Deleuze, G. & Guattari, F. (1975): Kafka. Pour une littérature mineure, Paris, Editions du Minuit.

Skrabec, S. (2007): «Quê és una literatura menor?» L’Avenç. 320. Gener 2007, pp. 4-6.

(*) Este Monográfico se enmarca en el Proyecto de Investigación IT 851/13 financiado por el Gobierno Vasco/ Eusko Jaurlaritza.

J. KORTAZAR
Y X. ETXANIZ /
INTRODUCCIÓN